sábado, 26 de noviembre de 2011

Una marioneta para uso público

Por motivos académicos, cómo no, he necesitado usar una imagen de una marioneta. Concretamente, quería una desmadejada, que transmitiese sensación de abatimiento. No me acababa de convencer, para mis propósitos, nada de lo que encontraba por Internet, y lo que me convencía no podía utilizarlo por motivos de licencia. Finalmente decidí fabricarme algo, a base de un maniquí de dibujo, mi Nikon D3000, Photoshop e Illustrator.

El resultado es el que veis, y por supuesto podéis usarlo libremente bajo Creative Commons Attribution-Non commercial-Share Alike. Soy consciente de que no es una obra maestra, pero quien ofrece lo que tiene...

Marioneta deprimida
No quiero terminar este artículo sin una breve reflexión sobre Internet y lo que uno encuentra en ella.

En cierto modo, Internet es como El Corte Inglés y otras grandes superficies. Cuando simplemente entras a curiosear o con la intención de comprar algo muy genérico, sales de allí con la impresión de que tienen de todo. "Fíjate, un cepillo de dientes activado por energía solar que depila tus axilas al mismo tiempo que te procura una saludable higiene gingivodental". Si, en cambio, se busca un artículo específico con unas características muy concretas, puede que se desvanezca esa impresión de almacén universal dotado de un surtido sin límites de variedad, exotismo y cantidad.

Lo mismo me sucede cuando escudriño la Red de Redes para descubrir esa fotografía o ese vídeo que encaje en mis trabajos. En esos casos persigo motivos e ideas muy concretos e incluso tamaños, colores y resoluciones específicos. Además he de descartar materiales sujetos a derechos de autor, lo cual complica más la cosa. Recordemos que, a falta de información explícita sobre licenciamiento, hemos de suponer que todos los derechos están reservados.

Tanto es así que, en algunos casos, decido fabricarme desde cero las imágenes, si es que eso está a mi alcance. La otra opción es comprar algún bono en bancos fotográficos profesionales (como éste), los cuales me parecen una alternativa cada vez más interesante, no sólo para trabajos académicos sino también para presentaciones profesionales. Así de paso sigo el consejo de mi admirado Gonzalo Álvarez Marañón en El Arte de Presentar.

El único inconveniente de esta aproximación es que mi bolsillo guarda una conexión sensorial directa con mis centros del dolor, y cada vez que me lo rasco, lo acuso. También es cierto que mi neuroplasticidad funciona mejor con los gastos que con las pérdidas de tiempo, por lo que suelo olvidar antes el dolor por los primeros que la angustia por las segundas, además de que el dinero no me sobra, pero de tiempo ando en la ruina.

Mientras tomo una decisión, he llegado incluso a fabricar alguna musiquilla para ejercicios académicos, con tal de no preocuparme de los derechos de autor. Os dejo aquí un ejemplito.




Saludos


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